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¿Es el cáñamo industrial el fin de la marihuana artesanal?

La nueva industria del cáñamo ha entrado pisando fuerte en los Estados Unidos. Muchos son los que ya han cambiado sus antiguos cultivos de cannabis con altos niveles de THC por las llamadas Pure CBD. La pregunta del millón es si la "fiebre del cáñamo", que además se trata en su mayoría de cultivos a nivel industrial, va a arruinar la cultura de cultivo artesanal y a pequeña escala de cannabis que ha hecho que algunas regiones del país alcancen la fama a nivel mundial.

Por Roo Grostein

Seamos sinceros: en los Estados Unidos, no hay más que unas pocas regiones capaces de producir marihuana de calidad en exterior, por lo que la necesidad de contar con un gran número de cultivos autorizados que puedan dar respuesta a la cada vez mayor demanda de cannabis legal no hace más que crecer. De hecho, la legalización del cáñamo industrial en los EE. UU. ha ocupado mis últimos artículos, relegando el cannabis con THC alto a un segundo plano junto a la era de la prohibición. Entre otros, he analizado las diferencias entre lo que se cultiva como "cáñamo industrial" y lo que se encuentra en la base del movimiento a favor de la legalización: la marihuana rica en THC.

Básicamente, estamos cultivando cannabis con CBD alto como si fuese cannabis con THC alto disfrazado de cáñamo industrial en los Estados Unidos. Sin profundizar mucho en ello, podríamos decir que no hay realmente ningún rasgo diferenciador entre el cáñamo industrial y la "marihuana". La regulación del gobierno federal que fija el contenido máximo de tetrahidrocannabinol en 0,3% es absurda como poco e impide que las entidades reguladoras cuenten con el apoyo de la comunidad científica necesario para poder potenciar la capacidad de la planta. En cuanto a las técnicas de breeding y de cultivo, las diferencias son mínimas y dependerán en gran medida del estilo de cada cultivador, de la legislación en vigor y del uso que se le vaya a dar. ¿Será utilizado para un aceite de CBD aislado que luego será enviado al extranjero? ¿O tal vez para ser fumado por alguien que necesita una variedad rica en THC en concreto para aliviar sus dolencias?

Sea cual sea su uso, lo que está claro es que estos dos productos encarnan la lucha que sigue en pie entre la comunidad tradicional underground, que se ve obligada a ejercer su actividad al límite de la legalidad, y los (nuevos y viejos) protagonistas de esta nueva fiebre del oro verde: el cáñamo. El avance hacia la agricultura industrial ha planteado cuestiones a las que los cultivadores de marihuana clandestinos no han tenido que hacer frente durante décadas gracias al control que ha habido sobre las técnicas de breeding a lo largo de la era prohibicionista.

Los clones llegaron a ser los reyes –o más bien las reinas– de la industria pero ahora están empezando a ser sustituidos dada su ineficacia a nivel industrial. Un lugar muy deseado que ya ha sido ocupado por las semillas –más concretamente por las autoflorecientes y las feminizadas. Sin embargo, los breeders y cultivadores poco experimentados que no han vivido la época de la prohibición no llegarán a crear una relación tan estrecha con la planta como quienes durante décadas han tenido que dedicarse en cuerpo y alma a ella, protegiéndola de los numerosos peligros que la acechaban. Los que sí han podido cultivar este tipo de relación, es decir, los cultivadores tradicionales, han podido adquirir los conocimientos necesarios para producir la mejor marihuana del mundo: la marihuana artesanal. Pero ¿por qué? El problema es que los enormes campos de cáñamo cultivados por growers inexpertos están produciendo involuntariamente individuos machos debido a la polinización cruzada que obliga a las plantas hembras (ya sean ricas en CBD o en THC) a crear semillas.

A menudo la biomasa de estos campos descomunales está destinada a la extracción a gran escala o a la producción de semillas (no sabemos lo que realmente ocurrirá cuándo ese polen provenga de un verdadero cultivo industrial de cáñamo americano). Este modelo de negocio dista mucho del nivel de exigencia y los gastos inherentes a la producción de cannabis artesanal; y más aún del sentimiento de comunidad y cuidados que han sido necesarios para que la industria de la marihuana se encuentre hoy en el lugar en el que está. En otras palabras, la planta de marihuana no sería lo que es hoy en día sin el cultivo artesanal.

Esta es básicamente la esencia de la lucha. La nueva industria va a acabar con la vieja industria, es decir, con la industria artesanal. Podría decirse que es una consecuencia del desarrollo: hay que crecer para dar un mayor acceso a la planta a las personas que realmente lo necesitan. ¿No? Sin embargo, bien sabemos todos lo que realmente ha provocado que la legalización de la marihuana pase al ocupar el primer plano de las políticas internacionales: los dólare$. La cuestión es: ¿acabará el cáñamo industrial, es decir, la marihuana con bajo contenido en THC, con la industria artesanal?

Yo creo que no. Opino que, como consumidores de marihuana que viven en la cuna de la mejor marihuana del mundo, podemos seguir haciendo resonar nuestras voces a medida que la legalización se vuelve una realidad. Podemos dar una buena pelea. Exigir normativas más acordes con la industria artesanal. Instar a las compañías a beneficiar a la comunidad. Apoyar solamente a las empresas productoras de cáñamo y variedades ricas en THC artesanales que respetan a la comunidad cannábica que ha hecho posible el acceso a la marihuana. Haz todo lo que esté en tu mano y asegúrate de comprar siempre una hierba de calidad.

06/08/2019