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La propiedad intelectual y la marihuana en EE. UU.

El nuevo escenario cannábico que poco a poco se va consolidando hace que cada vez sea más evidente que aquellas empresas que realmente deseen competir en un mercado legal y regulado deberán hacer uso de todas y cada una de las herramientas a su alcance. Uno de los temas que mayor discusión está suscitando, ahora que se han abiertos nuevos caminos dentro de la legalidad, es la protección del derecho de propiedad intelectual. Algunos visionarios ya lo anticiparon, pero nadie se esperaba que fuese a convertirse en un tema tan candente.

Por Roo Grostein

Riesgos y recompensas de desafiar la incertidumbre

Esto plantea una pregunta filosófica que la comunidad cannábica lleva años sin resolver. El hecho de que generaciones de cultivadores tradicionales se estén quedando fuera de este nuevo mercado de la marihuana legal ha hecho que está cuestión sea particularmente delicada. Siempre he oído que el poder de la planta y de su comunidad reside en el viejo proverbio: "No se puede patentar una planta". Sin embargo, según parece, en EE. UU. eso no es cierto.

Desde la legalización del cáñamo, como consecuencia de la aprobación de la Agricultural Improvement Act of 2018 ("Farm Bill 2018"), parece que todo vale. Se espera que, con la legalización total, llegue una oleada de nuevas genéticas de marihuana. De hecho, me atrevo a asegurar que el futuro que le espera a esta industria ya nada tiene que ver con lo que aquellos que han dedicado su vida a proteger y a cuidar la planta durante la época del prohibicionismo habían imaginado. Por ello, obtener derechos de patente ya no es una cuestión de si se puede o si se debe, sino de cómo hacerlo.

Dependiendo del sector en el que te muevas, tendrás que elegir la mejor manera de proteger tu propiedad intelectual. En mi opinión, hay 4 o incluso 5 posibilidades que luego deberán ser analizadas en mayor profundidad según el tipo de propiedad intelectual que haya que proteger.

  1. Para accesorios como vaporizadores o dispositivos de extracción, será necesaria una patente de utilidad o una patente de invención, que engloba cualquier producto, proceso o máquina nueva o mejorada. "Obtener la titularidad de la propiedad intelectual impide que otras personas puedan usarlo o venderlo sin previa autorización".
  2. Una rápida búsqueda en Google sobre "patentes de plantas" te dirigirá directamente a la Ley de Protección de Variedades de Plantas (PVPA) aprobada en 1970 en los Estados Unidos con el fin de proteger a los breeders por un periodo de 20 años permitiéndoles excluir a terceros del uso de "variedades nuevas, uniformes y estables producidas por reproducción sexual o por propagación".
  3. Otra opción sería la de solicitar una "Patente Específica de Plantas" bajo la Plant Patent Act del año 1930. Con ella, el gobierno estadounidense permitió las patentes de nuevas variedades, excluyendo aquellas propagadas sexualmente (conocidas también como variedades clone-only). Las muestras deben ser enviadas a la oficina de variedades de plantas, quien se encarga de cultivarlas para cerciorarse de su uniformidad y estabilidad. En caso de obtener un resultado positivo, se obtienen los derechos por un periodo específico de 20-25 años.
  4. La Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO) también ofrece la posibilidad de registrar la marca. Mientras que las patentes pueden concederse a substancias controladas a nivel federal como las plantas de marihuana, las marcas registradas presentan ciertas limitaciones: "Para poder aspirar a convertirse en marca registrada a nivel federal, su actividad debe ser legal, es decir, todos los productos y servicios que ofrece tienen que cumplir con las leyes federales aplicables". En otras palabras, la Agricultural Improvement Act, aprobada en 2018, más conocida como Farm Bill 2018, permitió el registro de variedades de cáñamo, a condición de que las compañías respetaran la legislación de la FDA sobre el comercio y el marketing. Un gran paso para las compañías de cáñamo legal.
  5. Una última opción sería la de enviar una solicitud internacional de patente en la oficina receptora de un país miembro del Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT). Son muchos los que miran los cambios propiciados por la legalización internacional con cierta desconfianza, pero lo que este acuerdo de 1970 les permite es conservar la propiedad intelectual y aplazar el coste de una patente internacional hasta un máximo de 30 meses, lo que resulta realmente interesante para quienes deseen probar la proyección del mercado estadounidense o definir mejor su camino dentro del mercado con una inversión mínima.

Al realizar una búsqueda en la base de datos de la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO), descubrimos que, desde comienzos del 2016, más de 1.470 patentes internacionales relacionadas directamente con la palabra "marihuana" han sido solicitadas. Sin embargo, solo se han concedido dos patentes con la palabra "variedad" en sus resúmenes.

Casi se podría decir que algunas compañías ya han descubierto que estas categorías no son excluyentes entre sí y que las reglas en esta industria incipiente están aún por definir. En 2015, Biotech Institute, LLC consiguió una patente de utilidad por un quimiotipo de una planta de marihuana simplemente con describir en detalle "las composiciones y los métodos usados en el breeding, la producción, el tratamiento y el uso de la 'marihuana especializada'". Una concesión en el punto de mira de las críticas por ser fruto de la ignorancia del gobierno estadounidense.

No se sabe si la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO) era realmente consciente de lo que aquella decisión implicaba. Lo que está claro es que Biotech Institute, LLC consiguió el control de infinidad de variedades de marihuana por el mero hecho de clasificarlas como "marihuana especializada". La patente número 9.095.554 la describe como "una variedad estable o 'chemovar' sin dominancia de mirceno y con más de un 3% de CBD". Esto podría extrapolarse a la mayoría de plantas sin una dominancia de mirceno en su perfil químico capaces de producir tanto THC como CBD. Es decir, la gran mayoría de variedades Landrace. Por lo que se trata de una concesión de patente errónea. Las llamadas Landrace no son fruto de un invento. Si acaso, el ser humano ayudó a agrupar las variedades estables o "chemovars" que llevaban tiempo creciendo de manera natural por todo el mundo. Así que Biotech Institute, LLC no las inventó.

A pesar de la creencia generalizada de que las leyes están escritas de manera clara, cuando estos conceptos básicos son puestos en cuestión ante los juzgados no es fácil saber qué camino tomar o qué va a pasar. Este tema en concreto lleva años sin ser abordado. De hecho, la definición de "cáñamo" en la que se basa el gobierno estadounidense es no solo imprecisa sino acientífica. Legalizar parcialmente la marihuana sin aclarar el modo en el que dicha legalización afecta al comercio no ha hecho más que provocar –o provocará- un caos legal absoluto.

Decir a aquellos que se aventuren a adentrarse en el desconocido mundo de las patentes y las marcas registradas que algunas respuestas no llegarán hasta que las causas judiciales sienten precedente y podamos crear un sistema judicial adecuado entorno a la marihuana. Esa podría ser nuestra recompensa. La dura realidad, sin embargo, es que la comunidad cannábica tradicional no tiene otra alternativa más que luchar por proteger todo aquello que ha creado. Aunque ello implique tener que trabajar con otras personas, podría significar mucho para el futuro de la marihuana, por lo que merece sin duda alguna en esfuerzo.

03/09/2019