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Por qué unas raíces sanas y fuertes significan mayores rendimientos en tu cosecha de cannabis

Las raíces es quizá el elemento más minusvalorado de la planta de cannabis, a pesar de que es aquí donde empieza y termina la vida de la planta. Son muchas las variables para que el sistema radicular crezca con vigor: la temperatura, la humedad, el oxígeno… Si las tenemos bien controladas, las raíces transmiten mejor los nutrientes a la parte aérea de la planta para su crecimiento. Y para eso, nada como una buena aireación o un recipiente adecuado, entre otros consejos que te damos para maximizar la producción.

Hojas de verde homogéneo, cogollos llenos de resina, ramas fuertes… Son los signos externos de una planta de marihuana saludable. Pero para llegar a esta situación hay que tener en cuenta un elemento que no se ve tanto y que también ha de estar en plenitud de facultades. Hablamos de las raíces. Para cualquier cannabicultor, aprender sobre ellas es imprescindible con el fin de obtener buenas plantas y conseguir mejores cosechas.

El origen de la vida: así trabajan las raíces

Sin raíces, la marihuana no es nada. Una vez la semilla germina, son las encargadas de tomar los nutrientes y el agua de la tierra. Cuanto mejor hagan su trabajo, más grande y más saludable será la planta de cannabis. Si las raíces no funcionan, las plantas pueden tener los mismos problemas que con una plaga: enfermedades, amarilleamiento de hojas y ramas y, en los peores casos, la muerte. Las raíces son estructuras que fijan a la planta en el suelo y le brindan agua y minerales esenciales, gracias a que están cubiertas de millones de pequeños pelos que los absorben en la zona de la raíz circundante. Y una de sus principales funciones es almacenar alimentos en forma de almidón. Cuando el almidón se produce a través de la fotosíntesis en las partes superiores de la planta, cualquier exceso de alimento vegetal se envía de vuelta al sistema radicular para su almacenamiento. Mientras más energía acumulen las raíces, más nutrientes pueden enviar a las hojas para usarlas en la fotosíntesis para producir más alimentos. Es un ciclo que, cuando todo marcha bien, provoca el crecimiento vigoroso de las plantas. Por tanto, cuanto más grande y extenso sea el sistema de raíces, más grande crecerá nuestro cannabis.

Consejos para unas raíces sanas y fuertes

Son muchos los factores que influyen en la salud y crecimiento de las raíces de la marihuana: la temperatura, el oxígeno, la humedad… Por ello, el primer paso para que las raíces no sufran es escoger un buen medio o recipiente en el que ubicarlas.

1- El oxígeno

Es muy importante recordar que las raíces respiran oxígeno, mientras que el resto de la planta usa dióxido de carbono (CO2). Las raíces utilizan este oxígeno para convertir el almidón almacenado en energía. Esta energía se usa para enviar nutrientes a la planta, lo que a su vez genera más almidones. El círculo de la vida de la planta funciona así. Y ya que las raíces se alimentan de ese oxígeno, debemos escoger una maceta o sistema en el que el aire campe con facilidad. También, hemos de airear el sustrato moviendo la tierra cada cierto tiempo. La falta de oxígeno hace que los patógenos afecten con mayor probabilidad a las raíces. Hablando de airear, un espacio limpio y por el que circule el aire evitará las plagas y enfermedades.

2- El espacio

En caso de que cultivemos en maceta, no basta con comenzar el cultivo en una grande para que las raíces estén a sus anchas, pues habría un riesgo de exceso de agua si sobra espacio. Así, en algún momento de su ciclo de vida tendremos que trasplantarlas. Por ello, es mejor comenzar en una pequeña y hacer el cambio cuando el sistema radicular no tenga más espacio. Existen numerosos modelos de distintos tamaños para ello; y algunos ofrecen revestimientos especializados para evitar que las raíces se estrangulen, mientras que otros tienen orificios en los costados por donde incluso pueden salir.

3- La humedad

También debemos mimar el mismo sustrato. Los nutrientes y el agua se pueden acumular en la parte inferior e ir subiendo a la planta conforme sea necesario (siempre y cuando las raíces estén en óptimas condiciones). Por ello, es recomendable un medio que almacene la humedad, como la turba. Esta, además, cuida a las raíces más débiles ayudando en la absorción de alimento. Eso sí, aunque a las raíces les guste la humedad, no hay que ahogarlas: si tienen mucha agua podríamos estropearlas, así que hay que dejar que el medio se seque. Si no puede chuparla, se crearía agua estancada que atraería a bichos y plagas, con el consiguiente perjucio para la planta. Hay que vigilar, por tanto, el drenaje del medio. El mejor truco para saber si la planta está bien regada es hundir el dedo en el sustrato (si está húmedo, hay que esperar al próximo riego) o alzarla para comprobar su peso.

4- La temperatura

En cuanto a la temperatura, igual que puede afectar a las hojas o los cogollos de cannabis también es importante bajo tierra. A las raíces les gusta la oscuridad y las temperaturas entre 23,8 y 25,5 grados, unas cifras ideales para la noche, que es cuando se suelen expandir, mientras la planta no trabaja. Por ello, lo ideal es mantener estas variables y en la oscuridad. Y es que el calor se convierte en un problema complejo, sobre todo en los cultivos hidropónicos, puesto que disminuye la capacidad del agua de retener oxígeno. Debemos mantener una temperatura confortable para que la raíz se desarrolle bien; y si para ello debemos introducir aire acondicionado o ventiladores en el cultivo, será una inversión acertada.

5- Los nutrientes

Algunos químicos de los nutrientes, cuando estos productos no son orgánicos, pueden dañar a las raíces: las sales se acumulan en el medio y no se puede absorber el alimento para que llegue al resto de la planta. Cuando se vean signos de que los nutrientes no llegan (decoloración o flacidez de las hojas, por ejemplo), hay que lavar el sustrato para eliminar el exceso de sales. El lavado de raíces consiste en verter mucha agua sobre las plantas, de manera que el líquido va limpiando poco a poco la tierra. Se recomienda triplicar la cantidad del recipiente: por ejemplo, si en la maceta caben 11 litros, deberemos usar 33 litros de agua. Para que la maceta no se encharque y pueda 'ahogar' a la planta, tendremos que cuidar que el agua salga por el fondo a medida que la volcamos. Una de las señales de que lo estamos haciendo bien es que al final del proceso el líquido se va aclarando y, al terminar, debería verse casi transparente.

6- Las bacterias

A las raíces también les gusta otro tipo de 'nutrientes'. Hablamos por ejemplo de la bacteria micorriza y el hongo tricoderma, que protegen las raíces desde el sustrato y ayudan al desarrollo de la planta. Se trata de una relación simbiótica que beneficia a ambas partes, pues la planta mejora la asimilación de nutrientes y el hongo se beneficia de los hidratos de carbono y vitaminas que la planta es capaz de sintetizar a través de la fotosíntesis. Es por ello que la micorriza puede contribuir a producir mejores cosechas en el cultivo del cannabis. El tricoderma, en concreto, también ayuda a mejorar la producción cannábica; entonces, si lo combinamos con un sistema de raíces fuerte, el número de cogollos será más elevado. Si en los trasplantes ves que las raíces están blancas, crujientes y con aspecto vigoroso, enhorabuena: todo va a la perfección. Solo queda que en la parte superior la estructura siga por buen camino y en unas semanas tendrás los cogollos listos. Así que recuerda: las raíces son la parte más importante de la planta para obtener una gran cosecha.

08/06/2018